Para muchos, la primera fecha nacional es el 10 de agosto de 1809.
Esta recuerda la declaración de la primera Junta de Gobierno en Quito, misma que desconoció la imposición de José Bonaparte como Rey de España, y respaldaba a Fernando Séptimo como legítimo rey sobre los territorios del imperio español.
Si bien esto no significó un gobierno autónomo de la corona, tuvo una carga simbólica importantísima: el rechazo a la tiranía y la capacidad de los quiteños de tomar decisiones para enrumbar por sí mismos su destino.
Es que el rechazo a los gobiernos que tratan de someter ilegítimamente a su pueblo empezó mucho antes, en la revolución de las Alcabalas de 1592 y se ha hecho manifiesta en la revolución de los barrios de Quito de 1765, en las guerras de independencia y en el rechazo a los autoritarismos que han pasado por Carondelet.
Además, los quiteños han demostrado la capacidad de defender su libertad. No por nada fue bautizada como “Luz de América”, y es cuna de insignes liberales como Eugenio Espejo, Juan Pío Montúfar, Manuela Sáenz o Manuela Cañizares.
Por esto, muchos afirman equivocadamente que la gente de nuestra capital es ingobernable. Pero solo somos herederos de una tradición libertaria, que sabe defender sus derechos, sabe plantarse ante los problemas y sabe exigir el cumplimiento de sus promesas a quienes los gobiernan.
Esta fecha debe recordarnos el espíritu de la quiteñidad y la estirpe a la que pertenecen los habitantes de esta milenaria ciudad, heredera de un mestizaje de gente valiente y trabajadora.
Que este 10 de agosto nos recuerde a todos que la defensa de la libertad, es una obligación moral para todos nosotros.
