El concepto de éxito en Ecuador ha sufrido una transformación preocupante en los últimos años. Antes, los ecuatorianos celebrábamos la apertura de una nueva empresa como un triunfo colectivo, un signo de progreso y un motor de generación de empleo. Ver cómo emprendimientos florecían y contribuían al desarrollo económico del país llenaba de esperanza y optimismo a la sociedad. Sin embargo, hoy en día, el éxito parece haberse redefinido de manera alarmante: nos conformamos con la captura de un delincuente o la desarticulación de una banda criminal como si fuese el mayor logro al que podemos aspirar.
Esta realidad refleja un cambio profundo en nuestras prioridades y en la percepción de lo que constituye un avance para la nación. La inseguridad ha permeado todos los aspectos de la vida diaria, desplazando la aspiración de progreso económico y social por una lucha constante por la supervivencia y la tranquilidad. La captura de criminales, aunque necesaria y valorable, no debería ser vista como el mayor indicador de éxito en una sociedad.
La economía y la seguridad no son mutuamente excluyentes; ambas deben avanzar de la mano para que un país prospere. Sin embargo, cuando la seguridad se convierte en el foco principal debido a la urgencia de la situación, las oportunidades de crecimiento económico y desarrollo social quedan relegadas. El temor y la inseguridad no solo afectan la calidad de vida, sino que también desincentivan la inversión y el emprendimiento, creando un círculo vicioso
difícil de romper.
Es crucial recordar que el verdadero éxito de un país radica en su capacidad para ofrecer a sus ciudadanos un entorno seguro y próspero, donde las nuevas empresas no solo puedan surgir, sino también crecer y consolidarse. La seguridad es un pilar fundamental, pero no debe ser el único. Necesitamos recuperar el espíritu de innovación y emprendimiento que caracteriza a los ecuatorianos.
La captura de delincuentes es, sin duda, un paso positivo, pero no puede ser el fin en sí mismo. Es necesario crear un ecosistema en el que las empresas puedan florecer sin miedo y en el que la seguridad sea un hecho cotidiano, no una excepción.
En conclusión, es momento de redefinir el éxito en Ecuador, recordando que un verdadero triunfo colectivo no es solo un paso hacia la seguridad, sino también hacia el desarrollo y la prosperidad económica.
Asambleísta por la provincia de Loja
