A partir del siglo 19, las mujeres comenzaron a involucrarse activamente en el mercado laboral. Desde el 2018, la tasa mundial de participación femenina en el mercado laboral es del 48.5%, de acuerdo con cifras de la Oficina Internacional del Trabajo.
Esta tasa no diferencia a las mujeres que son madres. Si analizamos a este grupo, encontraremos que la maternidad tiene características específicas en el acceso al mercado del trabajo.
De acuerdo con un estudio del Banco Central del Ecuador realizado en el año 2020, el mercado laboral penaliza la maternidad con una brecha salarial de madres y no madres del 8% sobre el salario. La brecha se amplía al considerar los rangos de la edad de los hijos. Las madres con hijos menores a 6 años ganan en promedio 20% menos respecto a las mujeres que no son madres. En el caso de las madres con hijos con edades entre 6 y 12 años, ganan 7% menos.
La probabilidad de que una mujer con hijos trabaje 38.45 horas a la semana es menor en un 85% respecto a las mujeres sin hijos. En el caso de los hombres la relación se revierte, esto se debe a que las probabilidades de trabajar 42.88 horas a la semana es mayor en un 39% para los padres, respecto a quienes no lo son. En este sentido, es claro que el mercado laboral penaliza la maternidad en las horas de trabajo semanal y en los ingresos que perciben las madres que trabajan.
Existen varias razones para determinar esta compleja situación. Pero desde diferentes ramas de las ciencias sociales se ha determinado que la labor femenina se ha concentrado en tareas de cuidado, principalmente en el hogar. Esto no es nuevo ni obedece a una sola línea de pensamiento. Tanto el liberal Jhon Stuart Mill como el socialista Federico Engels ya advertían de esta situación hace más de un siglo.
Pero aparte de los datos y las causas del problema, es importante señalar que el cuidado en el hogar es un trabajo invisibilizado, y que para muchas madres supone una carga adicional sobre sus hombros.Para alivianarla, es importante no solo el diseño e implementación de políticas públicas encaminadas a proteger la participación de las madres en el mercado laboral, también es fundamental trabajar en la educación para responsabilizar a los hombres del cuidado del hogar.
En pleno siglo 21 los hombres deben tomar un rol protagónico en las tareas del hogar y también de la enseñanza, protección y crianza de los hijos. Desgraciadamente una de las taras más importantes que debemos superar en nuestras sociedades es el machismo, y para esto la formación cumple un papel primordial.
Una sociedad equitativa, y que protege a las futuras generaciones es responsabilidad de hombres y mujeres. Empecemos hoy un largo camino por recorrer para reconocer y cuidar el trabajo de las madres en nuestra sociedad.
